Adiós, decía el estampido y yo, detrás de su reflejo fui, sujétame un rato este sol, te dije y ya jamás volví, y de tanto rumiar las briznas me olvidé, de echarle más pelusa al ombligo y, tal vez, debí mirar atrás y preguntar si ayer, la lontananza era limpia y la seda también.
Será que mi cansino caminar, no ronda por la puerta de,
aquello que llaman amor, y en el alféizar me quedé, mirándote al pasar, queriéndote ofrecer, el pienso de tan lejos que no pudo ser, y te quiero contar, que nada me amparó, así que mal y tarde te pido...
Quédate hasta el día en que lluevan pianos, quédate, hasta que yo de mi brazo a retorcer, y fóllame, como si esta noche me fuera a comer, las estrellas una a una, quédate, jugará tu corazón al esconder, con el mío en la basura.
Contar las puntadas sin hilo es lo que me queda por hacer, que dicen que tan necio soy, que no he sabido enloquecer, pero juré enlutar los tumbos que bordé, y levantarme cabal, y maldito por ti, y al decirle al papel que sigo estando aquí el eco me devuelva el gemido.
♫ Marea; el día que lluevan pianos ♪
Creo que sin duda, la tarde de ayer fue una de las mejores de mi vida.Porque las cosas más simples, son a veces las ilusiones que tenemos desde niños, que cuando cumplimos, aunque sea una pequeña parte, estamos entusiasmados hasta el mes siguiente. Bueno, pues así es como me siento.
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